90 Millas Art Space:
Michel, bienvenido. Detrás de cada artista hay una historia de decisiones, sacrificio y mucha pasión. Hoy tenemos la oportunidad de escucharte y de mostrar que vivir del arte es posible cuando hay perseverancia y claridad en el camino. Cuéntanos, ¿dónde te encuentras ahora mismo trabajando?
Michel Pérez:
Buenos días, Pedrito. Ahora estoy en mi estudio en Madrid. Este estudio en particular lo tengo hace un año, pero en esta zona llevo ya 5 años trabajando.
90 Millas Art Space:
¿Y en qué estás concentrado últimamente?
Michel Pérez:
Desde hace unos meses trabajo en una serie que va sobre textos. Son palabras que extraigo de la canción tradicional cubana Longina y con esos textos construyo formas. Esa serie también fue parte de la exposición en Nueva York que viste.
90 Millas Art Space:
Retrocedamos un poco. ¿Qué fue lo que te hizo decidir que ibas a vivir del arte y no solo tenerlo como hobby?
Michel Pérez:
Fueron varios factores… mezcla de coincidencias y voluntad.
De niño pintaba como todos los niños, con esa creatividad desbordada que luego se va apagando. También me gustaba el deporte, llegué a practicar tenis.
Pero el punto de inflexión fue en secundaria: entré en un círculo de cerámica. Amasar barro, moldear con las manos… ahí sentí el clic. Tenía claro que eso quería para mi vida: creatividad, escultura, cerámica, pintura… lo que fuera.
90 Millas Art Space:
Finalmente terminaste en el Instituto Superior de Arte de La Habana. ¿Cómo fue ese camino?
Michel Pérez:
Yo vengo de un pueblo pequeño, del interior. Para entrar a la escuela de arte era un proceso duro. Busqué por mi cuenta gente que me enseñara lo básico para el examen.
La primera vez logré aprobar en la Escuela de Arte de Holguín. Había más de 200 solicitudes para solo 10 plazas. Ese examen fue una señal de que quizás tenía algo de talento.
Fueron 4 años muy importantes: formación técnica y también conceptual.
Después me preparé para el ISA, pero no aprobé la primera vez. Aun así, no quería quedarme fuera, así que entré por Diseño Escenográfico. Y hoy lo agradezco: me dio herramientas sobre construcción de escena, imagen, teatro… cosas que luego se reflejaron en mi pintura.
En 2007 me gradué y ahí empezó mi carrera personal.
90 Millas Art Space:
Hay una frase que dijiste que me gusta mucho: “En Cuba no hace falta vivir del arte para sentirte artista”. ¿Cómo la entiendes?
Michel Pérez:
Sí. En Cuba, desde que estudias, ya sientes que eres artista. No necesitas vender nada para asumirlo.
En otros países es distinto: allí la gente se siente artista cuando logra vivir del arte, cuando alcanza un nivel profesional. Son conceptos diferentes.
90 Millas Art Space:
En Holguín recuerdo que pintaste una serie con sangre. ¿Cómo fue esa etapa?
Michel Pérez:
Fue simple en su lógica: buscaba entender la relación entre lo bello y lo escatológico. Usé sangre de animal, recogida en mataderos, para pintar.
El olor era tan fuerte que años después no podía comer embutido porque me lo recordaba. Pero esa etapa me enseñó mucho sobre imagen y contraste.
90 Millas Art Space:
¿Cuál ha sido tu mayor obstáculo en este camino? ¿Hubo un momento en que pensaste en dejarlo todo?
Michel Pérez:
El obstáculo es permanente, Pedro. No hay un día en que digas: “ya llegué, ya está”. Siempre hay presión. Y aunque llevo más de 20 años viviendo del arte, mañana no lo sé. Esa incertidumbre nunca se va.
Un día conversando con René Francisco me lanzó una pregunta que me desarmó:
“¿Por qué tú crees que el arte vale tanto? ¿Por qué se vende tan caro?”
Yo intenté responder: que si la técnica, que si la historia personal, que si la capacidad de transmitir una idea… Y René me interrumpió:
“No, no. Lo que se vende es la fe. La fe del artista.”
Y tenía razón. Lo entendí así: tú puedes pasarte años cavando un túnel, sudando, sacrificándote. Si ese túnel no lleva a ninguna parte, tu esfuerzo se pierde. Pero si sabes que ese túnel atraviesa un muro y te llevará a un lugar al que quieres llegar, entonces ese sacrificio tiene sentido.
Eso es la fe: una mezcla entre convicción y sacrificio. Es levantarte cada día sin certezas, pero con la seguridad de que lo que estás haciendo importa.
He conocido artistas que son grandes estrategas, expertos en autopromoción. Pero si la obra no tiene esa fe detrás, no se sostiene. En cambio, una obra con fe, con potencia, abre camino sola.
Al final, lo que llega al coleccionista, al galerista o al espectador no es solo un objeto, es esa carga de fe que tú pusiste en él.
90 Millas Art Space:
Muchos artistas luchan entre hacer obra y buscar visibilidad. Tú siempre dices que la obra se abre camino sola. ¿Por qué?
Michel Pérez:
Porque lo más importante es la obra. Claro que sería bueno tener más herramientas de marketing, pero lo que de verdad te abre puertas es una obra contundente.
Ejemplo:
Timothy Taylor me dijo que estaba conmigo porque 10 años después vio una obra mía mejor que la que había comprado una década antes. Eso es raro en un artista, me dijo, y por eso quiso representarme.
En Zúrich, mi galerista me conoció porque vio una obra mía en el baño de un coleccionista. Entre piezas importantes, lo que le llamó la atención fue esa obra.
Y ahora en octubre comienzo a trabajar con una tercera galería en Corea. Son pasos que se dan poco a poco, pero siempre partiendo de lo mismo: la obra.
Eso confirma lo que siempre creo: la obra se abre camino.
90 Millas Art Space:
Hablemos de tus maestros. ¿Quiénes fueron clave en tu formación?
Michel Pérez:
Tuve suerte.
En Holguín: Ernesto Blanco, Rubén Echavarría, Legón.
En el ISA: Ponjuán y Gustavo Pita, que aunque era profesor de filosofía me marcó mucho.
También aprendí de René Francisco sin haber sido su alumno directo, solo escuchando en sus clases.
Y después de graduarme, Flavio Garciandía fue mi gran maestro. Con él aprendí brutalmente.
Los buenos maestros enseñan sin proponérselo.
90 Millas Art Space:
¿Crees que el dibujo es esencial para un artista?
Michel Pérez:
Sí. Dibujar no es “pintar bonito”. Es la forma que tenemos de entender la realidad. El storyboard del cine, el boceto de un fotógrafo… todo parte de ahí.
Si no sabes dibujar, incluso tu performance puede ser débil.
El dibujo es el lenguaje con el que aterrizamos las ideas.
90 Millas Art Space:
Tu estilo es muy particular. ¿Cómo llegaste a él?
Michel Pérez:
En la academia seguí las reglas: primero la idea, luego el cómo, después el porqué.
Pero un día entendí que la intuición tiene más fuerza que cualquier esquema.
Me pasó con cosas muy simples:
Los muñecos que colgaban en los taxis de La Habana. Los empecé a retratar porque me parecían raros, caprichosos.
Un árbol de Navidad roto que encontré en un estudio. Con sus piezas armé paisajes mínimos.
No sabía lo que hacía, pero me movía. Después empecé a construir mis propios modelos con plastilina y objetos encontrados. Así fui creando mi lenguaje.
90 Millas Art Space:
Si tuvieras que darle tres consejos a un artista joven que recién sale de la escuela, ¿qué le dirías?
Michel Pérez:
Primero: hazte un autoexamen honesto. ¿Quieres dedicar tu vida a esto pase lo que pase? Esa es la clave.
Segundo: da lo mejor de ti siempre. Que nunca quede la duda de que no diste el máximo.
Tercero: no te obsesiones con lo que no depende de ti. Ni precios, ni reconocimiento, ni aprobación externa. Eso drena tu esencia.
La metáfora que siempre uso es: quemar las naves. Ir hasta el final sin plan B.
90 Millas Art Space:
¿Algo más que quieras añadir para cerrar?
Michel Pérez:
Sí. La satisfacción tiene que estar en la propia obra. No en los aplausos, ni en las ventas.
Si tu obra te conmueve a ti mismo, querrás volver mañana al estudio… y al otro día también.
Eso es lo único que te sostiene.
Moraleja de la conversación:
El arte no se trata solo de técnica o visibilidad. Se trata de fe, de intuición y de trabajar todos los días como si nadie mirara.
Porque cuando alguien finalmente mire, la obra tiene que ser imposible de ignorar.
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