Conversación con el artista Alejandro Pérez Falconi.
- Entrevistado: Alejandro Pérez Falconi
- Fecha: 15 de noviembre de 2025
- Hora: 17:48 EST
- Lugar: Conversación registrada para 90 Millas Art Space
90 Millas Art Space: Bienvenido, Alejandro. Es un gusto tenerte aquí. Sabemos que tu trayectoria ha sido un viaje interesante, desde Campeche hasta La Habana y de regreso, pasando por la fotografía, la docencia y ahora la acuarela. Gracias por aceptar esta conversación para compartir tu experiencia con nosotros y con los estudiantes.
Alejandro Pérez Falconi: Al contrario, gracias a ti, Pedro. Me parece genial lo que estás haciendo con 90 Millas, creando estas redes. Para mí es un placer poder hablar un poco de lo que ha sido mi camino, y si algo de esto le sirve a los chavos que están empezando, pues encantado.
Pregunta: ¿Dónde estás viviendo actualmente?
Alejandro Pérez Falconi: Ahora mismo estoy en Campeche. Mis amigos, como Osvaldito, siempre me reclaman que por qué sigo aquí, que salga del «pueblo», pero la verdad es que me gusta la vida acá. Soy originario de una isla cercana, Ciudad del Carmen, donde vive mi mamá, pero estoy aquí porque me ofrecieron la dirección de la Escuela de Artes Visuales del Instituto Campechano. Es una escuela relativamente joven, tiene unos 15 años, pero está ubicada en la ciudad amurallada, en un edificio bellísimo del siglo XVIII, de la época de los jesuitas, novohispano. Aunque la paga no es millonaria, da para vivir muy bien. Tengo un año y dos meses como director y eso me ha dado una estabilidad que antes no tenía. Gracias a eso, y a un crédito de Infonavit, pude comprarme una casita y traer a mi familia. Antes pagaba renta, y pensé: «mejor pago algo que sea mío». Así que aquí estoy, pagando mi casa y dirigiendo la escuela.
Pregunta: En cuanto a tu obra personal, mencionaste que te has alejado un poco de la fotografía digital para enfocarte en la acuarela. ¿A qué se debe ese cambio?
Alejandro Pérez Falconi: Sí, mi fuerte siempre fue la fotografía, el video y la videoinstalación, pero últimamente me he metido muy fuerte en la acuarela. Llegó un momento en que me fastidié un poco de la fotografía digital; no tanto por la inmediatez, sino por esa sensación de perfección artificial. Necesitaba regresar al proceso artesanal. Coincido mucho con lo que dice Guillermo del Toro sobre el valor de hacer las cosas a mano en esta época de tanta virtualidad. Lo artesanal puede no ser perfecto, pero es humano. Sobre la acuarela, estuve leyendo a un autor japonés en un libro llamado La belleza del objeto cotidiano. Él dice algo que me marcó: «Algunos artistas luchan por hacer una pintura tan perfecta como la naturaleza, y otros dejan que la naturaleza actúe sobre la obra». Para mí, eso es la acuarela: es el agua actuando. Si tratas de controlarla demasiado, pierdes esa belleza. Es aceptar la intervención de la naturaleza, el error, la mancha, y encontrar la belleza ahí.
Pregunta: ¿Tienes un proyecto específico en el que estés trabajando?
Alejandro Pérez Falconi: Es un proyecto que tengo en proceso, lleno de bocetos y acuarelas. Hay un teatro aquí en Campeche muy bonito, de estilo afrancesado, con palcos y todo. Me gusta ir a conciertos de la orquesta o a espectáculos, pero no para ver el show, sino para ver a la gente. Me dedico a tomar fotos y a dibujar en mi libreta a los espectadores. Quiero hacer una serie titulada «El observador observado» y la meta es exponerla ahí mismo, en el teatro. Me interesa esa relación simbólica con el entorno inmediato. También he estado trabajando en series sobre la vida cotidiana, como la «Rebelión de la vida cotidiana», donde juego con objetos simples, como un cepillo de dientes al que le puse un número de presidiario. Es volver a jugar con lo que uno tiene a la mano.
Pregunta: Tu paso por el ISA (Instituto Superior de Arte) en La Habana fue clave. ¿Qué maestros o experiencias realmente te marcaron?
Alejandro Pérez Falconi: La experiencia en Cuba fue fundamental, sobre todo por el roce constante con otras formas de ver el mundo. En cuanto a maestros, Gustavo Pita fue clave. Aunque no nos daba clases de filosofía como tal, su influencia marcó a toda mi generación —al Pollo, a Niels, a todos—. También estaba Eduardo Ponjuán. Él jugaba un rol casi de gurú. No era de darte grandes discursos; llegaba, te decía dos o tres frases puntuales y se iba. Recuerdo una vez que me dijo: «Siempre vas a estar en la diatriba entre si eres artista cubano o mexicano». Y pum, se fue. Pero esas frases te dejaban pensando. Su obra, esos cuadros negros con chapapote o sus dibujos a lápiz que parecían impresiones perfectas, me influenciaron muchísimo, quizás más su obra que sus palabras. Y por supuesto, Ramón Cabrera, que siempre intentaba llevar todo a la sociología y la política. Pero, honestamente, a veces mis verdaderos maestros fueron mis amigos. Sentarnos a discutir sobre arte, la vida y música con el Pollo, Niels o Camping en las cúpulas, con un ron o un café, fue donde realmente aprendí.
Pregunta: Tienes una visión muy particular sobre el «estilo». ¿Cómo llegaste a ahí?
Alejandro Pérez Falconi: Me di cuenta de que mi constante no es una técnica visual, sino el Juego. Hay un libro de Johan Huizinga, Homo Ludens, que habla sobre el juego y sus diferentes tipos. Para mí, el arte siempre ha tenido ese elemento lúdico y mágico. Si me quedo haciendo lo mismo, siento que me traiciono. Necesito el momento «Eureka», la sorpresa. La repetición me genera terror; me parece una manera conformista de ver el arte. Mi estilo es el «no-estilo» porque mi herramienta es el juego: puedo jugar con la geometría, con el espacio público (como una instalación que hice en la playa con una fogata y proyecciones), o con la acuarela. Lo que permanece es la actitud de juego ante el espacio y la vida, no una marca visual repetitiva.
Pregunta: ¿Alguna vez sentiste la presión del mercado para abandonar ese «juego» y repetir una fórmula exitosa?
Alejandro Pérez Falconi: Sí, totalmente. Hubo una época en la que hice una serie con plastilina («Religión sensible») que tuvo mucho éxito. Un editor de la revista Arte al Día, un argentino, me pidió una obra a cambio de un artículo y promoción. Eso me dio mucha visibilidad. Después, varios galeristas, incluida Merly (de una galería suiza donde estuvimos varios cubanos), me decían: «Tú eres el tipo de la plastilina, tienes que seguir con la plastilina». Pero yo les dije: «No, la plastilina ya no». Sentí que ya no encontraba nada nuevo ahí. Hay artistas que encuentran una marca —como Botero con los gordos— y crean un mercado increíble, y eso es respetable. Pero yo no puedo. Aunque no estoy peleado con el mercado y me gusta vender, no quiero que el mercado me dicte lo que tengo que hacer. Prefiero cambiar y buscar esa sensación fresca, aunque sea más difícil económicamente.
Pregunta: Después de salir de la universidad, ¿qué acciones concretas tomaste para empezar a mover tu carrera?
Alejandro Pérez Falconi: Hubo algo muy importante: Imprimir catálogos. Cuando estaba en México ya graduado, me gané una beca (un estímulo a la creación) y decidí usar ese dinero para pagarme una publicación de la serie de plastilina. Imprimí como 800 ejemplares. Les recomiendo eso a todos: Todo artista tiene que imprimir. Aunque hoy todo es digital e Instagram, tener un catálogo físico te da una seriedad diferente. No es lo mismo mandar un PDF o mostrar el teléfono que entregar un libro bien hecho con tu obra. Te toman en serio. De hecho, fue gracias a que el Pollo le dio mis catálogos impresos a Merly (la galerista) que ella vio mi obra, le encantó y me llamó. El papel te valida.
Pregunta: ¿Qué consejo le darías a un estudiante que quiere ser artista profesional hoy en día?
Alejandro Pérez Falconi: Dar consejos es difícil porque no hay fórmulas, pero coincido con Jerry Saltz en su libro Cómo ser artista. Él da un consejo vital: «Encuentra tu propia voz». Vivimos bajo mucha presión de modas (identidad, indigenismo, activismo). Si tú no eres eso, no lo fuerces. Mi consejo es: Juega con las cartas que te tocaron. Tu contexto, tu historia, tus limitaciones; esa es tu verdadera herramienta. Y otro consejo de Saltz: Consigue a uno o dos que crean en ti. No necesitas al gran curador internacional para empezar. Si tienes a dos personas que se emocionen genuinamente con lo que haces y escriban sobre ello, con eso basta para arrancar.
Pregunta: Tienes una visión muy particular sobre el «estilo». ¿Cómo llegaste a ahí?
Alejandro Pérez Falconi: Me di cuenta de que mi constante no es una técnica visual, sino el Juego. Hay un libro de Johan Huizinga, Homo Ludens, que habla sobre el juego y sus diferentes tipos. Para mí, el arte siempre ha tenido ese elemento lúdico y mágico. Si me quedo haciendo lo mismo, siento que me traiciono. Necesito el momento «Eureka», la sorpresa. La repetición me genera terror; me parece una manera conformista de ver el arte. Mi estilo es el «no-estilo» porque mi herramienta es el juego: puedo jugar con la geometría, con el espacio público (como una instalación que hice en la playa con una fogata y proyecciones), o con la acuarela. Lo que permanece es la actitud de juego ante el espacio y la vida, no una marca visual repetitiva.
Pregunta: ¿Alguna vez sentiste la presión del mercado para abandonar ese «juego» y repetir una fórmula exitosa?
Alejandro Pérez Falconi: Sí, totalmente. Hubo una época en la que hice una serie con plastilina («Religión sensible») que tuvo mucho éxito. Un editor de la revista Arte al Día, un argentino, me pidió una obra a cambio de un artículo y promoción. Eso me dio mucha visibilidad. Después, varios galeristas, me decían: «Tú eres el tipo de la plastilina, tienes que seguir con la plastilina». Pero yo les dije: «No, la plastilina ya no». Sentí que ya no encontraba nada nuevo ahí. Hay artistas que encuentran una marca —como Botero con los gordos— y crean un mercado increíble, y eso es respetable. Pero yo no puedo. Aunque no estoy peleado con el mercado y me gusta vender, no quiero que el mercado me dicte lo que tengo que hacer. Prefiero cambiar y buscar esa sensación fresca, aunque sea más difícil económicamente.
Pregunta: Después de salir de la universidad, ¿qué acciones concretas tomaste para empezar a mover tu carrera?
Alejandro Pérez Falconi: Hubo algo muy importante: Imprimir catálogos. Cuando estaba en México ya graduado, me gané una beca (un estímulo a la creación) y decidí usar ese dinero para pagarme una publicación de la serie de plastilina. Imprimí como 800 ejemplares. Les recomiendo eso a todos: Todo artista tiene que imprimir. Aunque hoy todo es digital e Instagram, tener un catálogo físico te da una seriedad diferente. No es lo mismo mandar un PDF o mostrar el teléfono que entregar un libro bien hecho con tu obra. Te toman en serio. De hecho, fue gracias a que el Pollo le dio mis catálogos impresos a Merly (la galerista) que ella vio mi obra, le encantó y me llamó. El papel te valida.
Pregunta: ¿Qué consejo le darías a un estudiante que quiere ser artista profesional hoy en día?
Alejandro Pérez Falconi: Dar consejos es difícil porque no hay fórmulas, pero coincido con Jerry Saltz en su libro Cómo ser artista. Él da un consejo vital: «Encuentra tu propia voz». Vivimos bajo mucha presión de modas (identidad, indigenismo, activismo). Si tú no eres eso, no lo fuerces. Mi consejo es: Juega con las cartas que te tocaron. Tu contexto, tu historia, tus limitaciones; esa es tu verdadera herramienta. Y otro consejo de Saltz: Consigue a uno o dos que crean en ti. No necesitas al gran curador internacional para empezar. Si tienes a dos personas que se emocionen genuinamente con lo que haces y escriban sobre ello, con eso basta para arrancar.
Pregunta: ¿Qué opinas sobre hacer trabajos o comerciales para sobrevivir?
Alejandro Pérez Falconi: Yo se lo digo a mis estudiantes siempre: No tengan pena. Si tienes que pintar retratos de mascotas o artesanías para turistas para sacar dinero, hazlo. Es como barrer un poco: sacas el dinero para la renta y los materiales. Eso te da estabilidad mental para que, cuando te pongas a hacer tu obra personal, lo hagas con total libertad y sin la presión de venderla para comer ese día. No te hace menos artista, te hace inteligente para sobrevivir.
Pregunta: Cuál es tu definición de éxito en el arte?
Alejandro Pérez Falconi: Para mí, el éxito es tener tiempo para hacer lo que te gusta. No se trata de ser millonario. Conozco artistas que son «merolicos», se venden muy bien pero ya no disfrutan crear. Y conozco a otros, como esos señores retirados que mencionas, que pintan en sus estudios sin que nadie los vea y son felices. Si logras cubrir tus necesidades básicas y tienes aunque sea una hora al día para encerrarte y crear con honestidad, ya ganaste. El arte es una necesidad irracional; si logras mantener viva esa llama y tener tiempo para ella, eso es el verdadero éxito.
90 Millas Art Space: Alejandro, ha sido una charla increíblemente honesta y necesaria. Gracias por abrirnos las puertas de tu pensamiento y por estos consejos que, estoy seguro, resonarán mucho en nuestra comunidad.
Alejandro Pérez Falconi: Gracias a ustedes por el espacio. Al final, de eso se trata, de compartir el camino y seguir jugando con las cartas que a uno le tocaron. Estamos en contacto para lo que necesiten.
Frases Destacadas
«El no-estilo es mi estilo. Me niego a repetirme solo porque el mercado lo pide; mi constante es el Juego.»
«El éxito es tener tiempo para hacer lo que te gusta. Si tienes una hora al día para crear con honestidad, ya ganaste.»
«Impriman. Todo artista tiene que imprimir. Tener un catálogo físico hace que te tomen en serio de una manera que lo digital no logra.»
«Juega con las cartas que te tocaron. Tu contexto, tu historia y tus limitaciones son tu mejor herramienta.»
«En un mundo de perfección digital, la belleza está en el error y en dejar que la naturaleza actúe sobre la obra.»