90 Millas Art Space

Conversación con Osvaldo Aguiar

  • Entrevistado: Osvaldo Aguiar
  • Fecha: 16 de noviembre de 2025
  • Hora: 10:00 EST
  • Lugar: Conversación registrada para 90 Millas Art Space

90 Millas Art Space:

Osval, mi hermano, bienvenido. Mira, para no hacerte perder tiempo, que sé que estás súper enredado, vamos a darle directo. Te conozco hace muchos años. Vamos a hablar de tu vida, de tu obra y de la tribu esa que armaron allá en el Escorial.

Osvaldo Aguiar:

Vale, vale. Vamos a ello, vamos a ir venciendo. Gracias por la invitación, mi hermano.

 

Pregunta: Cuéntame, ¿dónde estás viviendo y trabajando ahora mismo?

Osvaldo Aguiar:

Llevo casi 4 años viviendo en la Comunidad de Madrid, específicamente en un pueblo que se llama San Lorenzo de El Escorial. Es un lugar maravilloso en la sierra, donde se dirigió el Imperio Español en el siglo XV. Aquí está el famoso Monasterio, un edificio espectacular que tiene obras de El Greco, El Bosco, Tiziano… y mis hijas estudian ahí. La mayor está en el conservatorio de música y la pequeña en el colegio de los agustinos.

Pero lo más interesante que ha pasado aquí es que se ha armado una «tribu». El primero en caer aquí fue Michel Pérez «Pollo», y ese tipo tiene un imán. Empezó a hablarle a la gente y, poco a poco, fuimos llegando todos. Ahora somos como 10 núcleos familiares de amigos viviendo aquí.

Nos arropamos y nos ayudamos, porque emigrar es un acto de valentía muy heavy, mi hermano. La gente piensa que emigrar solo es duro cuando llegas con una mano delante y otra detrás, pero llegar con 40 años, con la familia, y empezar a aprender los códigos nuevos (hasta cómo usar una tarjeta de crédito) es difícil. Nosotros venimos de una realidad caótica, «cagalitrosa», y tenernos los unos a los otros, compartir no sólo el arte sino la vida, es lo que nos salva. Somos la familia que escogimos.

Pregunta: ¿En qué andas ahora? ¿Qué proyectos te tienen corriendo?

Osvaldo Aguiar:

Estoy corriendo como un animal. Acabo de terminar las obras para una exposición en Monterrey, México, que se inaugura el 26 de noviembre. Viajo para allá la semana que viene.

Y en cuanto regrese, el 27, tengo que volcarme totalmente en mi primer solo show con Galería Continua en São Paulo, Brasil, para finales de enero o principios de febrero. Es mi primera exposición personal grande allí con la galería. Estoy muy emocionado porque es el momento de «apretar la tuerca», de pulir ideas viejas y lanzar las nuevas. Además, el envío a Brasil es complicado por las aduanas, así que tengo que tener todo listo en diciembre. Es mucha presión, pero es lo que toca.

Pregunta: ¿Cómo fue que decidiste que el arte sería tu vida? ¿Hubo un momento clave?

Osvaldo Aguiar:

Fue por ser un obsecado, un creyente fanático. Hubo un punto de inflexión clarísimo: en 1998 vine a La Habana a un evento llamado «Académica» en San Alejandro. Ahí vi Photoshop por primera vez gracias a un profesor extranjero y me explotó la cabeza; para mí era como ver inteligencia artificial hoy.

Nos alojaron en el ISA (Instituto Superior de Arte) y yo andaba con un socio, Oscar Rodríguez Lasseria. Nos metimos en los talleres, vi a Rafael Gómez (el que hizo la estatua de Lennon) y quedé alucinado. Regresé a Camagüey y me dije: «Tengo que estudiar aquí sí o sí». Me volví medio autista con esa idea. Me enfoqué en una sola dirección y estudié como un animal hasta que entré en el 2001.

El ISA no solo fue formación; fue donde nacieron mis amistades más longevas. Entendí que mi generación buscaba un arte que, más allá del concepto, generará emoción. Queríamos que al pararte frente a la obra sintieras algo físico, inexplicable.

Pregunta: Tu obra es inconfundible: cinta adhesiva (packing tape) y luz. ¿Cómo llegaste a eso?

Osvaldo Aguiar:

Fue una mezcla de azar y ser un cabezón. Yo en el ISA hacía instalaciones y objetos, casi no pintaba, aunque me sentía pintor. En mi tesis, mi tutor Adel Hernández me decía que estaba loco, que cómo iba a cambiar mi lenguaje al final de la carrera si ya me había ganado un espacio con las instalaciones.

Pero un día, en mi casa en Alamar, estaba haciendo un paquete sobre una mesa de plástico translúcido. Empecé a pegar pedazos de scotch tape (cinta de embalar) y, al ver la superposición de las capas a contraluz, vi que generaba tonos y densidades. Dije: «C***, si esto genera tonos, yo puedo construir imágenes con esto».

Ahí dejé de hacer instalaciones y me pasé 5 años «pintando» con cinta de manera muy precaria al principio.

Luego vino la luz. Tuve una crisis en 2011, estaba «fundido» del arte. Mi mujer, que era bailarina, me conectó con Carlos Repilado, un genio del diseño de luces (Premio Nacional de Danza). Trabajé un año con él, cargando cables y aprendiendo. Un día me dijo: «Me duele que todo lo que te enseño no lo usarás para seguir mi legado en la danza, pero sé que de algo te servirá». Y así fue. Entendí la luz como un personaje.

Eso desembocó en la obra «Ámbar» en la Bienal de La Habana 2015, mi primer gran site-specific con cinta y luz. Ahí se unió todo y fue lo que me abrió las puertas con Galería Continua.

Pregunta: Siempre hablas de la importancia de la gente que te rodeó. ¿Quiénes fueron esos mentores clave?

Osvaldo Aguiar:

Hubo gente fundamental. En Camagüey, un profesor llamado Gabriel le dijo a mi abuela cuando yo tenía 13 años: «El niño es un diamante en bruto». Hace poco, 30 años después, lo encontré en Facebook y le di las gracias, porque ese comentario cambió mi destino.

En el ISA, Gustavo Pita fue vital; te sacaba el cerebro y te lo volvía a poner. Luis Enrique Camejo me enseñó que se puede ser un gran artista sin ser una mala persona.

Y no puedo olvidar a Eduardo Ponjuán. Él tiene su carácter, pero fue clave. Cuando estaba haciendo mi tesis «Objeto Externo», estaba trabajando con basura y cartones recogidos de la calle. Ponjuán era parte del jurado para dar presupuesto. Entró al taller, vio mi desastre, miró al decano y le dijo: «Oye, a este muchacho lo único que le hace falta es que le compren un camión de cartón. Compren el camión de cartón y él no necesita más nada». Y así fue. Me compraron el material y pude hacer una de las exposiciones más lindas de mi vida.

Pregunta: ¿Cuál ha sido el momento más difícil, ese obstáculo que casi te tumba?

Osvaldo Aguiar:

Los obstáculos suelen ser mentales, pero hubo uno emocional muy fuerte. En 2010, mi madre decidió irse de Cuba a Estados Unidos y yo tomé la decisión de quedarme.

Fue durísimo. Me quedé solo con mi esposa en Cuba, apostando por mi carrera en un país incierto, mientras mi madre se iba sufriendo por dejarme atrás. Yo sentía que tenía que triunfar, no por ego, sino para demostrarle a ella que mi decisión de quedarme no había sido un error, que yo podía ser feliz y exitoso desde mi trinchera.

Ese alivio llegó en 2017. Estábamos sentados en el sofá de su casa en Miami y le enseñé un video de mi exposición en Milán. Ella se aflojó y me dijo: «Qué feliz soy de que nunca me hiciste caso. Qué feliz soy de que fueras tan cabezón». Ahí cerré ese ciclo. Fue un acto de creencia ciega.

 

90 Millas Art Space:

Osvaldo, mi hermano, gracias. De verdad que uno sale de estas charlas «golpeado» pero de buena manera, lleno de reflexiones y energía. Gracias por tu honestidad y por abrirte así. Dale un beso grande a la familia de mi parte.

Osvaldo Aguiar:

Gracias a ti, asere. Dale un beso grande a Glendy y al niño, que ya debe estar inmenso. Estamos en contacto para lo que sea. ¡Un abrazo!

Frases Destacadas

«El arte no es solo una operación conceptual. Hay que darle valor a la parte intangible, a lo sensorial. Cuando te paras frente a los nenúfares de Monet, tú no sabes por qué c****** se te erizan los pelos, pero se te rizan. Eso no es explicable, eso es arte.»

«El error es parte fundamental de mi lenguaje. No se trata de corregirlo, sino de estar atento a él. A veces la pieza se cae, se rompe contra el piso, y ahí dices: ‘Espérate, que por aquí hay un camino nuevo’. Nunca doy nada por sentado.»

«Vi el tono que generaba la superposición de la cinta adhesiva a contraluz y dije: ‘Si esto genera tonos, yo puedo construir imágenes con esto’. Fue volver a pensar como pintor, pero usando otro medio.»

«Nosotros somos artistas, y todo el tiempo lo que estamos haciendo son representaciones de la realidad que vivimos. Primero viene la emoción, y después viene todo lo demás.»

«Yo creía en el arte como la gente cree en Dios de manera fanática. El arte cobijó todas mis ideas, todos mis demonios y todos mis anhelos.»

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